Zambullirse en la Aventura es como un bautismo, es el inicio de una nueva etapa que nos acompañará toda la vida.

Desde niño fui aventurero. Impulsado por mi abuela Oma a observar la naturaleza, me sumergía en el mundo de los insectos, batracios y arácnidos, recorriendo las copas de los árboles y lagunas del viejo balneario Solís, como un astronauta que puede entrar y salir de diferentes universos con solo proponérselo empujado por un deseo insaciable y juguetón.

Descubir Nueva Venecia, significó el vértigo de saltar a lo desconocido, esta vez acompañado por mi compañera de vida Martha, portadora de un espíritu de niña inquieta, estimulado por las enciclopedias de “niños del mundo” que ampliaban los horizontes cercanos que paradógicamente encierra una megalópolis como la Ciudad de México, empujándola a salir a descubrir el mundo.

A lo largo de este blog compartiremos nuestras memorias en este viaje que apenas comienza. Algunas veces en forma cronológica, otras veces el relato será más caótico, como la vida misma, pues los recuerdos son como burbujas que afloran del oscuro fondo del lago de la consciencia, elevándose en busca de la luz.

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