En el año 2010 de vacaciones en Colombia llegué a Tasajeras, un pueblo de pescadores atravesado por la carretera Barranquilla-Santa Marta. Allí conocí a Juancho Lobelo, un hombre de unos 60 años, curtido por el sol, la sal y la vida. Él me llevería a Nueva Venecia “en una lancha a motor fuera de borda que iba a conseguir con unos amigos“…
Con su mirada pícara caribeña, de antepasados piratas, contrabandistas, políticos y pescadores, me midió unos instantes y me dijo: – hoy ya es muy tarde, hay mucha briza y la ciénaga se pone maluca. Lo mejor será hacer el viaje mañana, si las condiciones del tiempo mejoran. –
Desistí, todo conspiraba para dejar una pequeña fortuna en un intento incierto, no sin antes apuntar el teléfono de Juancho Lobelo en un papelito que gurdé en mi guía Lonely Planet. Ese día seguí viaje hacia el confort de un hotel de Santa Marta.