Han pasado 3 años desde la primera vez que llegamos a Nueva Venecia…, parece mentira, esta semana finalizamos el rodaje.
Acabo de dejar en Barranquilla a Martha, Ricardo (Restrepo, Fotógrafo), e Isabel (Torres, Sonidista). Yo me he quedado a grabar los cuentos de Jesús (el Narrdor), en un estudio de audio. Después me espera una semana más en el pueblito mágico para despedirme y cerrar esta etapa.
Regresamos desde el puerto de Barranquilla en la lancha feltera de Edgiovanis cargada a tope con cajas de cerveza, harina, azucar, chapas para techos, maderas de construcción y las puertas de la iglesia que Doña Yolanda mandó comprar.
En una tarde ventosa como esta, cruzar el río Magdalena es un momento de mucha tensión. Enormes barcos transatlánticos esperan por su carga. Nosotros pasamos a su lado, insignificantes. Edgiovanis lleva en silencio el timón. Las olas pegan contra la borda y salpican la mercadería. Finalmente abandonamos el Magdalena para meternos por un afluente hacia la ciénaga y nos relajamos. Edgiovanis comienza a canatar vallenatos y Jesús me dice que éste es el mismo camino que emprendió Gabo en “Vivir para Contarla” cuando acompaña a su madre a vender la vieja casa de Aracataca. También es el mismo camino que eligieron los tres comandos paramilitares que el 22 de Noviembre del año 2000 llegaron al Nueva Venecia para dejar un tendal de muertos y heridas que recordarán para siempre aquella noche.
Arribar a Nueva Venecia por este camino implica mucho oficio y bacanía. Es un verdadero laberinto de manglares el que hay que sortear para ir de ciénaga en ciénaga. Doblar en el arbol equivocado sería perderse por siempre en este paraiso olvidado. Al atardecer me percato que es luna llena, aún no hemos llegado a la mitad del viaje, estimamos el arribo a la media noche. Jesús duerme sobre las puertas de la iglesia, Edgivanis no ha parado de cantar valleantos. Yo lo acompaño en silencio, disfrutando la escena. Conmovido por la realidad tan perfecta, caigo en cuenta que hoy es 7 de marzo, el cumpleaños de mi madre, ahí está, en la luna, en el agua, en la ciénaga, junto a mi padre, acompañandome en esta aventura de agua.
E.M.
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